Esta es sin dudas la historia de un amor romántico como no hay otro igual, que a pesar de los mal agoreros se impuso por su propia naturaleza, por su ímpetu vital nacido del corazón, como esas cosas que maduran y, una vez ocurridas, poseen la implacabilidad de los ciclos vitales y la fuerza avasalladora de Cupido que cual tsunamis de sangre arrebatada circula por el corazón de los tortolitos, a quienes vemos en las fotografías.
A Luli Salazar y Martín Redrado sólo les falta la sanción definitiva y profunda de su amor a través de una solemne ceremonia nupcial, con damas de honor, ramo, fiesta opulenta (como la que oportunamente tuviera con su ex Ivana el galán) y alba vestimenta, para luego emprender el ansiado y definitivo camino hacia la descendencia, tal como merece un amor que perdura con la fuerza inaugural que sólo los amores profundos tienen.
¡Bien por ellos! Perdidos uno en el otro, entregados a la atemporal energía de la vida en común, a los sueños compartidos y la falta de temor a caer el uno en el otro, sabiendo que el mundo está allí, y se disfruta de él cada mañana al despertar juntos en algunos de los bellos sitios del mundo que ambos recorren en ocasión del disfrute de su dinero, que no parece ser poco.
De un lado, Luciana Salazar, vedette de gran figura, ex presentadora de los premios MTV, del otro Martín Redrado, ex fucionario menemista y de otros gobiernos y en el medio el amor, la naranja completa, la calma definitiva, la ausencia de toda queja, la justificación de decir "señores: se ha formado una pareja".
